La capacidad que tenemos de contemplar las obras de arquitectura se agudiza cuando vivimos en una ciudad como la nuestra, donde esperar encontrarse con una obra de arquitectura en el tejido urbano es como cuando de niño esperabas la tarde del sábado para ir a balancearte en los columpios del parque. Es por ello que (aunque acá se nos dificulte mucho hacerlo) recomiendo siempre las caminatas en la ciudad con intención de meterse por donde nunca ante caminaste (sensatez y precaución ante todo). Lo que sucede cuando llegas al cruce entre la Avenidad Balboa y Calle 32 este es algo parecido a la experiencia del desdoblamiento del transcurso espacio-tiempo, te detienes y en el simple acto de contemplación de la arquitectura notas sus balcones, sus aleros y el diseño profuso en cada elemento (hasta en los rejos del cajón de aire acondicionado), todo eso junto a la brisa fresca y eterna de la bahía que llena todo el volumen de solo 13 plantas, hace que dejen de transcurrir los 2000's