Guardianas de cientos de historias que han movido los espíritus y los corazones de las personas que bajo su cuidado han estado.
Las paradas de autobuses son elementos generadores de espacio público. Son la primera cubierta luego de salir de casa y la última antes de regresar. También han de ser las primeras en entrar en contacto con el peatón que se aventura a salir de su residencia y emprender el viaje en transporte público colectivo al centro de la ciudad, y viceversa. Esta cualidad las hace ser catalizadoras de la convivencia colectiva de quienes las visitan.
Las que estamos acostumbradas a frecuentar hoy día en Ciudad de Panamá casi que nos expulsan de su perímetro cubierto, su techumbre transparente y sus incómodos asientos nos deja desprovistos del confort que buscamos quienes recorremos la ciudad a pie.
No siempre fue así, en otro tiempo la atención que se prestaba al diseño de estos elementos en la Antigua Zona del Canal es de mencionar.
Quienes -antes de esta locura de Pandemia |Junio, 2020|- han podido pasearse por los lugares poblados de la “antigua zona” han podido observar que estos elementos están dispuestos en el paisaje casi con un cuido quirúrgico, no te das cuenta que ahí están hasta que el Metrobus para en ella o estás caminando cerca.
Desde obras aparentemente extraterrestres en Cárdenas, hasta respuestas más conservadoras y mínimas que sólo resuelven la función y no reparan en la belleza, pero esta actitud, paradójicamente, en sí misma es bella. En las primeras, se va a experimentar mucho con la condición plástica del hormigón, en las segundas, la producción en masa de los materiales y de las mismas paradas prima y la estética se convierte en una condición superflua.
Una vez más, la observación del territorio me ha traído hasta aquí, comparto con el lector y lectora estas impresiones visuales que representan sólo una ínfima muestra del material que a lo largo de varios años he logrado mapear en el territorio canalero.
álbum 03
álbum 03