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Club Naútico Dos Mares, 1964-1966 - Antoni Bonet Castellana, JoséMaríaFau (obra portuaria, trazado viario y cálculo de estructura)


Emplazado en una bahía protegida por la Isla del Ciervo, el club da la espalda a una colina rocosa, abriendo todo su frente meridional hacia una explanada ligeramente elevada sobre el nivel del mar.

Los ambientes se suceden a lo largo de dos ejes perpendiculares de circulación. Desde el aparcamiento, una escalera desciende hasta un vestíbulo vigilado por la conserjería. El área de estar se comunica directamente con una sala y patio de juegos y con el restaurante, desde el que se accede a un bar exterior. En otra terraza, algo más baja, dos paraguas de hormigón armado proporcionan un agradable espacio de sombra durante del día, a la vez que permiten acotar, resguardado del viento del levante, un recinto para los eventos nocturnos. En el extremo occidental, un patio de servicio organiza la cocina y la zona de aseos y vestuarios. Completan el programa los almacenes y los terrenos deportivos.

Todos los espacios del edificio están unificados visualmente por una cubierta plana sostenida por delgados pilares metálicos que siguen una trama modular. La horizontalidad de esta cubierta blanca y del plano del agua, en contraste con el perfil sinuoso de los montes lejanos, y con el contrapunto de los grandes parasoles de hormigón, contribuye a enmarcar las extraordinarias vistas del Mar Menor, que Bonet quiso incorporar a todas las dependencias del edificio, induciendo así al disfrute sensorial desde cada uno de los ambientes del club.



































Documentación de DoCoMoMo Ibérico
Fotografías: Archivo COAC(imágenes de época)
Javier Cegarra (2011)
Planimetría:
Archivo COAC

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Calvin Stempel

La capacidad que tenemos de contemplar las obras de arquitectura se agudiza cuando vivimos en una ciudad como la nuestra, donde esperar encontrarse con una obra de arquitectura en el tejido urbano es como cuando de niño esperabas la tarde del sábado para ir a balancearte en los columpios del parque. Es por ello que (aunque acá se nos dificulte mucho hacerlo) recomiendo siempre las caminatas en la ciudad con intención de meterse por donde nunca ante caminaste (sensatez y precaución ante todo). Lo que sucede cuando llegas al cruce entre la  Avenidad Balboa y Calle 32 este  es algo parecido a la experiencia del desdoblamiento del transcurso espacio-tiempo, te detienes y en el simple acto de contemplación de la arquitectura notas sus balcones, sus aleros y el diseño profuso en cada elemento (hasta en los rejos del cajón de aire acondicionado), todo eso junto a la brisa fresca y eterna de la bahía que llena todo el volumen de solo 13 plantas, hace que dejen de transcurrir los 2000's

René Brenes

Fue humanista, maestro, poeta, ensayista y arquitecto, sí, de último arquitecto. De una cultura muy sólida, porque logró ser un hombre de grandes conocimientos. Nace en David, Chiriquí; Panamá el 7 de septiembre de 1916. Desde edad temprana demostró vocación por la música y las artes visuales. En 1935 con tan solo 19 años, viajó a Chile e ingresó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Estudió dibujo académico y también, en el Conservatorio Nacional de Música de dicha facultad, estudió piano. Terminando el curso regular de piano, concursó y ganó el premio Orrego Carvallo para estudiantes avanzados. Circunstancias imprevistas que lo indujeron a abandonar la carrera de músico profesional y a ingresar a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, donde obtuvo el título de Arquitecto con los máximos honores. De regreso a Panamá en 1950, ejercíó la profesión durante cuatro décadas como miembro de la firma [De Roux, Bermúdez y Brenes] e individualmente.

Templo Votivo del Sagrado Corazón de Jesús

Raúl Godard, Adrián Guzmán y Miguel Fernández 1977 Barrio Francisco Peralta, San José, Costa Rica. La concepción volumétrica y la planta libre poligonal marcan una propuesta de vanguardia en la arquitectura costarricense en una época en que apenas estaban egresando los primeros arquitectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica. El templo originalmente lució un acabado de hormigón expuesto texturizado, pero, como ha ocurrido con muchas de las obras contemporáneas, en 1990 fue irreversiblemente alterado. Aunque el color que le fué aplicado resultó sobrio, fue una lástima que esta intervención no se pusiera en mano de los autores. El diseño del espacio interno se enmarca desde un nuevo paradigma, muy consecuente con el espíritu del Concilio Vaticano II, que propició un mayor acercamiento de los fieles al sacerdote. Como punto focal preponderante luce un crucifijo semi-incrustado en la pared, que produce un agradable juego volumétrico minimalista de figura y fond