La presencia estadounidense en Panamá, entre muchas otras cosas, trajo consigo que mantuviésemos acceso a recursos constructivos de relativa novedad a lo largo del siglo XX. Es así que en en los años 50 llega a nuestro país el bloque ornamental. Éste, un producto de los esfuerzos crítico-regionalistas de la arquitectura de la post guerra en sur de California, resultó un elemento de gran popularidad en nuestro trópico, en gran medida por su eficacia a la hora de ser un medio de transición entre el exterior y el interior del edificio, ya sea como piel, para apaciguar el efecto de los rayos solares al interior, o como un simple cerramiento.
De esta manera surge Paisajes ornamentales, que registra, a través de imágenes, a estos módulos, cuyo atributo principal es enteramente decorativo, y las realidades en las que se ven inmersos hoy.